Tu y yo, las estrellas y nada más.
En el aire hay un pueblo confuso
y siento que la noche tiembla
un temblor antiguo y oscuro.
La luna es un muerto cisne
y tus labios son moribundos.
Tu y yo, palomas al viento,
ante el amor que nos confunde
en la marea de lo inmenso.
Desparramados los corazones
ante lo vasto e incierto.
Oigo tus latidos que llegan
como de lejano lucero.
Todo pasa, calles sin nombre,
ciudades al polvo, bosques de niebla.
Morirá marchito el último roble,
y este amor morirá como mueren
los vientos en las torres.
Todo pasa, pero hoy tiene la muerte
cansancio de hombres.
Amor, en ti recuesto mi frente,
mientras sueño entre lo eterno
y anido el alma mía
en la arena del ensueño.
¡Abrázame que un océano indescifrable
ahoga mi voz y mi pensamiento!
No dejes solitario a mi corazón
que el ruiseñor de la pena
se agita sombrío en lo lejano.
Soy dichoso entre tus brazos y lentas
tus palabras sean mi embeleso,
mi frontera de rosas y mi paz entera.