Resistí, con angustia misionera,
una brecha insondable; relegada,
en mi pecho de esclava atormentada,
hoy maldigo esa etapa prisionera.
Entre pétalos, sobria primavera,
ternuras de jardín a la alborada,
añicos de cristal, aunque amparada,
postergo las mortajas de aquella era.
Encerrado el futuro en un pañuelo,
estremecen anhelos e ilusiones:
incansable esperanza sin consuelo
deseos de vivir sin mil perdones,
deseos de vereda en terciopelo,
ser libre, orgullo para las naciones.
María Teresa Fandiño.
Derechos reservados.
La Coruña.
04/11/2021