Deja que sigan
los pájaros cantando
en el jardín.
Les queda poco,
se fue la primavera
y andan revueltos.
Era su amiga,
la luz de sus miradas
y de sus cantos.
Ahora, el verano
les deja los calores
de los tejados.
En los balcones
y luego, en las ventanas,
ellos descansan.
Son las casonas
del norte, de mi tierra,
que bien conozco.
¡Cuánta alegría
nos dejan los gorriones
con su presencia!
Y los jilgueros,
también las golondrinas
y otros sin nombre.
Deja que canten
y lleguen sus rumores
tan celestiales.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/22