Mi vida le dijo al pasar.
Ella era como una princesa.
Él, un simple mendigo.
A ella le impresionó su voz profunda.
A él su figura torneada y esbelta.
Ella no pensaba en nada, iba feliz.
Él se dijo, de qué cuento de hadas viene esta mujer a agitar mi corazón.
Sin embargo,
el verdadero príncipe es él,
solamente vive de lo que le dan,
no espera nada,
camina solo
con sus pensamientos
observando su entorno
aprendiendo de lo que acontece
a su alrededor,
sin ambiciones, pretensiones ni pecados mortales a cuestas
con alma de niño, recogiendo el escasísimo amor que da la gente,
...
¿Qué las guerras, qué las acciones en el mercado de capitales,
qué las encuestas, los competidores, el mundial, las olimpiadas,
las series, las vacaciones, el colegio de los niños, las penas del infierno, ...?
No nada de eso.
Su mundo es otro mundo,
a él le interesa el amor,
y siente que se reparte en pequeñas gotitas,
cuando se reparte
...