Todas tus excusas y
hasta tus palabras
ya no tienen la misma consistencia.
Las mismas se niegan a salir de tu garganta;
obligando a que te las tragues
tengas o no hambre.
Sin aliento y lleno de ansiedad
pierdes todo control de
tus movimientos; tu mente
y tu cuerpo, están fuera
de tus manos porque
prefieres la voracidad.
El flujo y reflujo de esta vida,
te arrojan al océano
sin importar si nadas o te hundes;
Entonces, puedes intentar aprender
a respirar bajo el agua,
pero eres demasiado vago
para intentarlo.
Al igual que probablemente
te negarías a volar
si te arrojaran por un acantilado.
La vida encontrará la manera
de obligarte a extender tus alas;
te guste o no,
te mirarás en el espejo.
Cuando finalmente
te acomodas en la verdad,
ese nudo en la boca de tu estómago
comienza a desenredarse.
Ves y aceptas la verdad de que
\"Tú no tomas las decisiones\".
Ni siquiera tu vida es tuya…