Debajo de mis párpados
conspira tu beso triste,
tu caricia que no persuade
a mi caricia.
Debajo de mis manos, toda una tarde,
tu piel llora por los designios
de la vida que arrastró a tu hijo al exilio
de pobres ilusiones para no volver jamás.
En una lápida el nombre de él, sin saber
de quién fue la bala perdida que cruzó
su alma sin preguntas, sin excusas.
D.ValenciaTobón