Te quiero así, con empeño,
con un fuego abrazador
como la llama del leño
que al quemarse da calor.
Me siento en ti día y noche,
aunque no estés a mi lado
y pido a Dios, sin reproche,
que estés de mi enamorado.
Es como un deseo obeso,
de algún placer esperado
por el recuerdo de un beso
en mi boca atesorado.
¡Ah! mi querido es por eso,
que al yo verte preocupado,
pienso si acaso ese beso
no será un beso soñado…
Amelia Suárez Oquendo