Mueves las alas
y yo, mientras, te miro
desde la acera.
Hoy vas preciosa,
con tu vestido blanco,
mi mariposa.
Sueño contigo
y pienso en las mañanas
de primavera.
Tú despertabas
mis ojos soñolientos
con alegría.
Una sonrisa
traías a mis labios
desde tus alas.
Me la prestabas
con gracia y con ternura
por unas horas.
Luego, en la tarde,
volvías a mi lado
a despedirte.
Y te llevabas
la felpa de tus alas
llena de estrellas.
Y con mis sueños
volabas a los cielos
hasta otro día.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/06/22