Roble viejo de gran porte
tan formidable y robusto,
más contento que un arbusto
y de gran valor su aporte.
Que nadie su vida acorte
ni estorbe la huella humana,
fresca sombra a la mañana
que da un árbol tan frondoso,
los suspiros de un coloso
y siempre puesto en la diana.
El silencio lo desalma
el amante en noche oscura,
un abrazo con dulzura
bajo las ramas en calma.
Temblando se queda el alma
y la Luna de momento,
¡roble viejo que te siento!
si tuvieras que caer,
mas no lo quisiera ver
ni pasar ese tormento.