El silencio más sabio
sigue estrategias desalmadas,
aunque la oscuridad necesaria
del rayo
salga cruz
en el iris de la carne.
Por un soplo
de vuestra mirada
amo tu odio
como mayor aliciente,
en los placeres tácitos
de la ley del silencio.
Vertical prodigio
el alma tatúa
su alienante destino
en el eco
de vuestra otredad,
siendo ésta,
cómplice absurdo
de su espectacular inexistencia.