clonariel

CIELO DE INVIERNO

 

Sobre el pueblo arde el viento,
y arrastran las nubes cristales de humo.
La presencia del invierno
anuda y desata mis penas
en el jardín de mi pecho abierto.

 

Mi pena es una pena como todas,
desnuda de rosas, mordaz y casta.
Mi pena es piedra del corazón,
y mi corazón orbita entre la nada.
A la vera del sendero el ramaje,
un cementerio oxidado levanta.

 

El cielo observa con su vasto iris
mi corto rumbo impreciso.
Voy y vengo meditando arcanos,
mientras el invierno, lobo del sigilo,
deambula por la tierra, hambriento.

 

Quizás el abrazo de la tarde tibia,
en un cosmos de luz amontonada,
abrigue mi cansado espíritu
y deshiele la bóveda sombría del alma.
Las nubes, vestidas de ocaso,
sobrevuelan lejanas y cercanas.