Carolina Prieto

La indescriptible hazaña del ser.

El ser es una cualidad de identidad y libertad: gustos, pasiones, experiencias, ideales y utopías. Su gran labor es, entre otras, conquistar la esencialidad de la existencia: transformar esos átomos en movimiento y neuronas en interacción  hacia una vida plena, contenida por la felicidad y el amor.

La hazaña del ser, de mi ser en esta ejemplificación romántica literaria, es la contemplación de las especies que rodean el explotado Edén actual, aunado a la conciencia de estar viva y su disfrute.

De este modo, la funcionalidad de mi sentir por vivir, es la admiración por medio de los órganos de los sentidos que determinan la escucha activa, la visión, el adorado tacto, los aromas específicos y el sabor que apasiona.  Todo lo anterior y mi universo creado a partir de las no simples experiencias, se ve indudablemente estimulado por tu hazaña del ser: la identidad que desborda pasión ante cada paso y tu posterior huella, el aroma a limón de tus objetos capilares, el tacto, color y sabor de tu piel histórica y abrazada a la panela, la lucha y el jazz. Inevitable a mi amor es tu consciencia desnuda que levita ante el pensar, la divagación constante de nuestras almas en danza cósmica y el arrebato ideológico de nuestras añoradas noches de conspiración, incoherentes a nosotros, dos empedernidos de la ciencia: no positivista y social.

Mis pies no paran de añorar los besos que expresan tus labios y lenguaje de amor; la psique no hace más que soñar y volar ante tu presencia, ante la inmensidad de la compañía que juntos formamos y la rebeldía que brota de nuestra fusión. Las plantas y flores verdes, rojas, amarillas, naranjas y lilas nos esperan, grandioso compañero de vida; me quedaré por estos lares por la eternidad buscando también mi hazaña del ser, revolucionando cada idea posible y combatiendo por el inefable existir de un amor sin fronteras, límites o dependencia.

Creemos, construyamos aunque con uñas y falanges de dedos, nuestra utopía de existencia feliz: todo es posible si estamos coincidiendo y conectados en el mismo universo, sistema y planeta. Vamos, compañero, líbrame de esa dulce melancolía que se apega a mí no vida; prometo, en cambio, besar cada fragmento olvidado de tus tangibles surcos que se ladean a diario para conquistar esta tan rogada flor del valle; como si fuese posible resistirse a la furia de la brisa que rodea mis pétalos, sin siquiera querer bailar al compás de su ritmo e influencia.

Inevitable es, para terminar, no arraigarse a la construcción del amor, no ceder a tus mieles insinuaciones ramificadas que gritan \"¡amor, libertad, justicia!\".