Marian Lara

Esta hiedra no es amor.

Duele amarte como te amo,

al fuego ardiente,

al frío que hiela,

con la amarga y negra hiedra que quema mi pecho.

 

Con un alma de distancia,

y  una larga fila de cuentas vencidas

donde ni tu ni yo sabemos  que lastima,

que envenena  y  que mata.

 

Amarte es desángrame de pena,

 una herida abierta que me extingue y me sosiega.

Un día te amo, al otro te lloro,

y entre uno y otro, duelo.

 

Duelo como esa hiedra que llevo dentro,

la que  en cada beso raspa,

y en los segundos a solas se arrastra

llevándose de todo, menos amor.

 

No sé que duele más.

Doblegarme en cada espina 

 al sentir cómo tus parpados me cobijan,

el frío que siento en tu mirada,

o congelarme en el calor de tus brazos.

 

Nadie me contó 

 que tenerte de amante podía sofocarme.

¿A quién debía preguntarle?

Ojala pudiera regresar el tiempo

y perderlo todo contigo antes de comenzar.

 

Duele amarte como te amo,

al rojo vivo, que en mi sangre arde

y con el azul oscuro

 de cada gramo de lagrimas

 que  en tu nombre he derramado.

 

Un día te extraño, al otro te imploro,

y entre uno y otro, me consuelo.

 

No entiendo al amor,

ni el cómo pasamos de adorarnos tanto,

a ser estos dos farsantes que olvidaron 

lo que se siente  tenerse cerca.

Pero esta hiedra es mi condena.

 

Duele amarte a pura espera ,

 pero soy presa contigo

en el fuego ardo,

en el frío abrazo,

 y aún con la amarga y negra hiedra quemando mi pecho

te amo, a mi manera