Quisiera tener un corazón de piedra,
para no sentir,
para no llorar,
para no aguantar por dentro la tormenta que me asedia.
Quisiera no cruzar a nado el río de la incertidumbre,
que cada cierto tiempo me desborda
y sufro a muerte su creciente ingrata.
Quisiera no sentirme amenazado por el pánico
de no saber pintar un paisaje de cordura,
aun cuando mi Dios me ha regalado
la potestad y la más bella investidura
que tiene en su sazón un compromiso.
Y sin embargo siento, sufro y lloro
porque hay amores tan fuertes
que crecen con la vida
y pujan por el sueño de la libertad.
Y cierto es que pueden las hermosas alas
revolotear de flor en flor, de rosa en rosa
hasta sufrir una metamorfosis
con un efecto inverso y contraproducente.
Por todo lo anterior, a ti te digo: vuelve
Vuelve siquiera
aunque caiga mi amor en saco roto
y lo pises consciente
con las rebeldes botas de tu convicción
a la que sigo viendo sin trazos definidos,
porque blanca es tu pluma
y pálido es tu lienzo de crespón.
Vuelve y déjate amar
aunque tu corazón ame otra cosa
y me veas a mí como aquel ogro
al que difícilmente ha de quererse
porque no es ni la sombra
de lo que honestamente habrías deseado.
Vuelve,
por amor a Dios, vuelve
que si ya no consigo que me ames
os juro que mi amor vale por dos.
Vuelve, mi vida vuelve
Que espero tu regreso con el alma
Por amor a Dios, vuelve.
Vuelve.