Te vi y nada paso
te presentaste luego
con tu gran camión
y la aventura empezó.
Te vi alejarte,
te negaste queriendo aferrarte,
con lo puesto te marchaste,
nada pude hacer
solo agradecer tu honradez.
Tenía un camino que trazar
y lo retome sin dejadez.
Mucho me quedaba por cumplir
dado el tiempo que perdí,
aunque no fuiste la causa
sufriste por mi decisión
repentina y sin compasión.
Las metas que me tracé
pudieron mas que las promesas
que me ofreciste,
nunca me arrepentí
y un recuerdo amable te consentí.
Fue sorpresa ese día
en que te vi reaparecer,
tal vez fue al amanecer...,
con tu robusta figura me emocioné.
Grite tu nombre con placer
y volvimos a esos atardeceres,
unos días recobré
la nostalgia del ayer.
Pronto se difuminó
este sentimiento precoz,
cuando te alejaste esta vez
con más cordura y madurez.