En calles atroces labró su fama
de puñales, acero y fiero coraje
de torva cara y ruin ropaje
Agustin Romaña la gente lo llama.
El tiempo dio a darle tal zaña
que ni el mármol del sepulturero
borró de los barrios su paso certero,
ni el olvido pudo apuñalar a Agustin Romaña.
Este nombre no se olvida
como una ruina antigua permanece su estirpe,
como la arena que moldeo la esfinge,
su sangre atroz como ríos esparcida.
Toda ciudad repite
si la trama no me engaña,
cuando la espada le sale al quite,
la historia de Agustin Romaña.