Chile, siglo veinte, locos años veinte:
En la uterina bohemia santiaguina,
el hot dog supo lo que era el mundo.
Su paladar gringo, virgen en sabores,
hizo, de la primera vez, su gran orgía:
Tomate, rubor sexual.
Palta, mecánica fluida.
Sal y aceite, boda lúbrica.
Vienesa, despiece carnal.
Ketchup: felación y cunilinguo.
Mostaza: cangrejera y perrito.
Mayonesa: squirt y champañazo.
Merkén: orgasmo, mutuo y refractario.
Porque entre masas y migajas
calientes, crujientes y tostadas,
en medio de cuchillas entreabiertas
con chucrut, maíz y salsa americana,
Del erotismo del Hot Dog pasamos,
al porno del Completo acabamos.
Lo mejor de dos Américas.
Lo mejor de dos Mundos.