A Martha R. y a Patricia B.
Mientras laburo
pesa el aire
como ladrillos
en mis sienes,
un lánguido mensaje
anuncia su partida,
cuanto dolor,
¿qué valor tiene la pena?
no alcanzan,
no alcanzan los ojos
que arden a sal,
y un laberinto
de preguntas
ya inútiles,
ya vacías,
como este espacio
aquí
que no late,
queda el hambre y el vacío
cuando
me afano a recordar
su rostro,
antes,
mucho antes
del insoslayable
olvido.