Guardo días inhóspitos en un archivador,
Son tantos.
Guardo noches solitarias en una caja fuerte,
Son tantas.
Era agradable el olor de la tinta y el ruido
Germánico de la Heidelberg amenizando
Mañanas sin tardes y tardes sin ocaso,
como papel de celofán y labios perdidos.
No importaba el amor, sufría como peces de feria,
Y el brillar de tu mirada era un atisbo cruel de perdida
Futura, como aquella canción sin nombre.
Después vino la guerra y me rompí por dentro,
Me descuadre como un chasis sin remedio,
Pero tengo tantas tardes que olvidar,
Que soy tan olvidado por mí
Como una botella verde de Mateo en La Ribera,
Como los tres galeones encallados,
Que fueron muriendo a paso de vida y pubertad.
Busque fósiles de mí en las dunas relativas,
Ecuaciones de arena y tú resbalando desde el cielo.
Me alce como un tigre, sucumbí como una gacela
Y rompí las madrugadas con una desazón infinita,
Fueron tantas.
Soy agua, desasosiego y tristeza,
Mi razón de vida es caminar boca abajo en una tapia con cristales
Y envolver los vallados en papel Albal, evitar peligros.
Son tantos...
Paco José González