Sin descifrar tu corazón,
te tendí en el pasto fresco,
tu cuerpo fue luchando
con todos mis anhelos.
Sin conocerte el alma,
fui develando tu raíz oculta.
La noche obscena de luceros
y de sombría espesura.
Con mi corazón de pantera
te aceché, vulnerable jilguero.
Desconociendo tus ilusiones,
hice hambre con tus sueños.
Mis pretensiones indomables
vuelven tu carne un desvelo.
Eres libre e inocente,
como una canción al viento.
En tu vientre hay madera,
rosas secas y dulces nardos,
en mi cuerpo dejarás cautivos
olores de otoños apagados.
Eres enigma entre la noche,
y así quiero que sea, sin saber
tu nombre conozco tu indecencia,
y tu de mí, el oleaje de la sangre.
Y así los dos, solitarios, ocultos,
nos fuimos arrastrando en silencio,
tu, con tus sombras y tus muslos,
yo, con el corazón decidido.
Hasta que el alba dorada llegue,
te tendré entre mis brazos,
tesoro resplandeciente y efímero,
hechizo dulce y despiadado.