Haz Ámbar

Solitario deambulando

Solitario deambulando

tan fuera de mi campo

tal vez me encuentres, 

descalzo en desafío

a la niebla

que nos protege

de la realidad

en el sueño de siempre

mezcladas las dosis

de insomnio y sopor

en un vaivén tenebroso

la quemadura rozándome... 

Reiré aunque me cojan

mejorando la apuesta

con un trozo del corazón 

que desborda

en su ocaso, 

son las perlas de tus ojos

enterrados en la piel acalambrada

de un nuevo tiempo que viene

derribando estatuas, 

poniendo una vida en tus palmas

alumbradas de ámbar, 

configuradas para amar

cada instante revolviéndose

libre de irse

a su senda de vuelta

con mis deseos de verte

en suspenso por épocas...

Siempre inconsciente

repintándome ojeras

testimonio de la fiebre

que sin piedad me envenena

con versos que llegan

tan hondo que duele

la esencia en los huesos

predestinado a perderme

los viernes de fiesta

desatando correas

cuyo fuego se grava en mi piel

y tal vez

algo más adentro

me llegue a roer

un pensamiento permanente de ausencia

echando por tierra mi fé, 

lo que en el futuro nos queda

para siempre volver

a pisar el mismo suelo, 

y los muertos, ¿qué creen?

Son los últimos

los que llegan primero:

algo ven esos huecos deformes

que pretenden sin freno... 

Desaliento en los seres

que compiten por él

mientras la cuna se mece

con el aire de fuera

y huir sólo queda

a los sueños bien ebrios

dos muertos de sed

que entre sí se superan

lanzando de puentes

sus vidas misérrimas

en el rincón arrimados

lloviendo tan tenue

una envoltura a esta vela

pendiente de vérselas

con silencios tan crueles

que dulces seducen

a ponerse a sus pies

recordando momentos

que prontamente se fueron 

para nunca volver

de viajes sin sexo

nosotros también 

inmersos en el beso de seda

de unos labios

de impregnada belleza 

en licor, callejones 

del éxito.