Entregado en la locura
del amor que más quería,
en su mirada fulgía
aquella luz de pasión.
Fascinado del encanto
gozaba de su belleza,
hasta perdí la cabeza
por mi franca devoción.
Vestido de enamorado
tras la estela de su fuego,
sueños son y no lo niego
y en mi voz se reflejó,
el grito de mis pulmones.
Mejor cuerdo y nada loco,
que volando poco a poco,
y ella... de mí se alejó.