Creo y pienso, cada día,
que el amor es infinito;
creo a veces, todavía,
que me quieres un poquito.
Creo y pienso, con porfía,
que tu amor fue muy bonito;
creo a veces, sin falsía,
que tu amor no está prescrito.
Y pensando voy creyendo,
que el amor nunca perece:
«Si el amor sigue viviendo,
cada día que amanece;
si el amor va floreciendo…
¡Como el huerto que florece!».