Tremendamente humano,
callado, sin poder tanto
novicio, sin ser tanto,
en esta trinchera de letras
me proyecto.
Soy del regimiento de libros
a pesar de no ser lectura.
Y me acerco a lo excelso
con mis insignificantes palabras
que en la memoria perdura.
Mi primer amor fue el bolígrafo
y la tinta caliente,
un convaleciente espíritu
que mirabas y sentías
a través de mi escritura.
Hago gala de oración,
así terminé como página leída
bajo la estremecedora paz de tu mirada.
Y sin olvidarme de ti,
moriré al pasar el tiempo con la tranquilidad de cerrar un libro
sin quitarle jamás su armadura.
Vaya destino soñar y saber que viví
para escribir un piélago de aurora
en tus ojos
o quizá la historia futura.
Hermanos por las letras somos
despiertos de alegrias
ganándole al sosiego
la realidad es nuestra fatiga
los libros nuestra pasión
y el alimento día a día
de forma segura.
Vaya destino soñar y saber que viví solamente para afirmar este existencialismo.
Terriblemente salvo de olvidos
entregandome a palabras
entregandome a pedazos
Irónicamente ciertos.
Tu y yo somos hermanos por las letras,
y en una eterna agonía entregamos el alma en cada palabra escrita.
¡Oh, apaciguada estrella!
en ti resuena toda mi música
y mi pasión día tras día.
Justo Aldú
Panameño
Derechos Reservados ©