Matias 01

A MEDIA LUZ

Me siento en mi vereda a mirar el cielo

-a la hora en que todos duermen-

el aire débil también reposa

mientras el silencio hace un hueco

en la noche.

Y las sombras murmuran algo así:

“…déjate caer y cierra los ojos”

“…déjate abrazar ahora que recuerdas”

Los fantasmas llegan con sus síntomas

de letargo mientras hace frío

y el cielo sin luna es un manto lleno

de cristales rotos.

A esta hora mi soledad es cuerda que ajusta

la sien de la memoria

y las nubes son bandadas de pájaros negros

que hacen más oscura

a las bestias del silencio.

 

Regreso a mi amargo café humeante,

lugar donde a veces se ahogan

algunas heridas y los recuerdos se desatan

sobre un río de sollozos.

Entonces, una luz es una presencia con su rostro

en llamas, una voz es dulce

cuando regresa de la otra orilla

con el lenguaje olvidado del amor.

Y me siento extraño cuando veo a la hierba crecer

más con el silencio -de la madrugada-

y todo se hace cierto cerca del espíritu

que le habla al cuerpo

y este extiende su mano

para desnudar el verso de una sola palabra.

Eres tú -mi Venus triste- una grieta tibia

en el muro inmenso de mi corazón.