En ese rayo vertical y erguido
que eleva al cielo un manantial sonoro
alza en su luz Miguel al verso herido
y una roja divisa como el toro.
Lleva su pecho helado y afligido
un silbo de dolor y en cada poro
suspira una elegía. En su quejido
el llanto de la lluvia le hace el coro.
Con acento de mar -marino en tierra-
se bebió del dolor su ron amargo
pero su risa no murió del todo.
¡Brindad poetas!, que al brindar se entierra
la pena de su ausencia y sin embargo
su verso vuela y purifica el lodo.
JSS
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