Hay un lugar acuoso muy profundo en nosotros mismos,
donde el afán del amor y la ruina de lo etéreo, se amasan
se funde con dolor de vida, abre la boca inmensa el miedo,
se traga la luz, la sombra y toda mi preponderancia
nadie gana todos y todo se joden mutuamente
somos espejos vacíos, caminamos muertos
nos faltan las raíces o nos sobran, estropeando
siempre lesionando el aquí y el mañana.
Bebemos grandes tazones de violencia
y nuestro ser se va pudriendo, somos carne bizarra
carentes de cara, de alas y si también de paraísos
de esos que visiten nuestros ojos en la piel del otro.
Y si de casualidad mis pies caminan lo hacen lento
en senderos distribuidos a diestra y siniestra de espinos
¡La confusión siempre es generosa en sus caminos!
y la propia oscuridad forma la noche, no hay luceros
o cobijas que escolten la desnudez del pensamiento
existimos fuera del tiempo, exiliados de la memoria
tan solo situados dando vueltas en el piélago del dolor
y la orfandad de tanto y tanto silencio...