Porque los
ecos de ranas,
y los saltos de
arroz, encuentran
en el viento de mi
almohada, los sueños
embalsamados de mi abuelo.
Pues, mi zuecos embarrados,
son de caramelo y mi retina
fulgorosa, mugrienta de azufre,
ya no sabe verte, nisiquiera
con los ojos abiertos..