Raiza N. Jiménez E.

Crisálida.-

Estuve atrapada y apática en tus roídas entrañas.

En la larga y monótona vida, que me has dejado.

Confusa estuve y, aún salir de allí, no lo he logrado.

Lo ensayo con fuerza, pero hay emociones extrañas.

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Ando por el mundo cómo si lo viera por vez primera.

No lo puedo evitar, todo es novedoso y conmovedor.

En el amor no soy tan avezada, pero sí la primavera.

La que reverencia las flores, su fragancia y esplendor.

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Cada día me miro más conmigo misma y me asusta.

Tengo certeza de haber estado ausente, sin saber.

Hoy, me he dado permiso sabio y nada me disgusta.

Tengo un interés y me acosa por lo que quiero tener.

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Me siento libre de ser, de amar, de andar por la vida.   

Llevo la frente en alto, alzando mis amores y deseos.

Esta existencia no ha sido fácil y, ahora, sí dejo cabida,

para lo que ha de llegar, y aparto los sosos lloriqueos.

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Siempre evocaré los versos de un hombre que extraño.

Con su verbo supe de la felicidad y de mendaces sueños.

Él me enseñó que no todo es verdad, y que hay engaño.

Supe que de las mentiras y verdades somos los dueños.