eludes este fuego compartido,
no siento ya tu esencia,
sin luz y sin latido,
el soplo de un arrullo sin sentido.
Tu negra indiferencia,
de ensueños que no quieres y no sientes
me niegas existencia.
Me aleja de tu vida
perdida la ilusión en tus simientes.
.
Mi llanto me encadena.
Mis lágrimas de penas son cristales;
yo soy quien te condena:
¡Quemaste mis rosales,
son rosas que adornaron ventanales!