Echo de menos políticos preparados,
sentirme inferior en preparación y recursos,
políticos versados, en idiomas expertos,
grandes empresarios en puestos de Estado.
Echo de menos, salarios reactivos,
a la productividad y al coste directo asociado,
en mi empresa y en todas, hay salarios desproporcionados,
tanto por defecto , y lo que es más penoso por exceso.
Echo de menos la transversal comunicación,
el miedo al despido está siempre latente y oscurecido,
existe un prejuicio directo al ejército prusiano y la sin razón,
el ordenó y mando, y el catenaccio a la innovación.
Echo de menos, un orgullo nacional patrio,
yo lo siento, como europeo y castellano,
creo que sin duda poco a poco va creciendo,
no es para menos, es Europa en el mundo con diferencia lo más democrático.
Echo de menos a veces a mi antiguo yo,
un tipo a veces valiente, impulsivo, y temerario,
ha vencido el prudente, taimado y a veces oscuro,
el que se retira pero crea un espartano estoico.
Echo de menos un mundo más justo,
no se me olvida que por mucho que nos quejemos,
pertenecemos al primer mundo,
nuestros miedos son de países ricos.
Echo de menos el estudio de lo anómalo,
el culto al tiempo infinito y exacerbado,
el reflejo primigenio del silencio en el espacio,
la sensación de ser único y libertario.