Yo siempre te adoré -mi madre amada-
y en tus brazos viví en la primavera
fuiste mi fe de niño y mi bandera
mi pasión, y mi espiritu, y mi espada.
Contigo todo y sin tu fuerza nada
pues me diste la gloria verdadera,
y tan astilla soy de tu madera
que al darme vida te dejé rasgada.
A ti madre de amor mi cielo invoca
para beber en el cáliz de tu boca
todo el cariño que a mi verso inflama.
Y recordando que te fuiste un día
te dejaré un poema cada día
cantado por el hijo que te llama.
JSS
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