Te reía porque tenía una casita
de caña, pero yo apenado porque
que pensaba que tú tenías una
mansión; hasta vestía elegante
como presumía de un buen vivir
que bueno; mi Dios es tan
bueno conmigo me dió su bendición
no me quejó, sigo en mi sencillez
pero tú mujer dónde caiste porque
no veo tú presumir ahora; porque
no luce de un buen vestir ni donde
pasar la noche y ni un pan, para cenar
ahora llega a mí humilde casita que
con gusto te atenderé en mi sencillez
solo se que aprendiste ser humilde.