Me voy acostumbrando a tu silencio,
al sórdido desencanto de tu recuerdo,
al perpetuo holocausto de tu indolencia,
a esta marchitada ansiedad que perdió la claridad…
y se ha manchado de desconfianza.
Me voy acostumbrando a la huida de tu risa,
a la sombría mirada de tus satíricos ojos…
y a la hipócrita caricia de tu ausencia.
Me voy convenciendo de tu abandono,
haciéndome a la idea…que es veraz tu alejamiento,
que cada vez es más real tanta distancia,
y es más factible un adiós…que un improbable reencuentro.
Me voy preparando a partir en cualquier momento,
y aceptar el final de nuestra historia.
Todo tiene un comienzo...y todo cansa.
Y no es tan verdad lo del “amor eterno”,
que cuando acaba el sentimiento…
es mejor marcharse discretamente,
es mejor dejarse libre …y evitar derrumbarse de sufrimiento.
Me voy desprendiendo de mis sueños,
de las noches que nos imaginábamos juntos.
Le voy echando olvido a todo lo vivido,
he intento continuar sin mirar atrás…
sin que me inquiete ya tú presencia.
Me voy disfrazando de valiente…
haciéndome el indiferente…
como si ya no me importara tu existencia,
tratando de superar tu atroz indiferencia…
aunque quede yo como un vulgar farsante.
Me voy mintiendo... si,
me engaño tontamente,
procurando excluirte de mi mente,
tratando de echarte del corazón…
y de negar la pasión que aún provocas.
Me voy mintiendo…si,
que pronto pasará…
que todo acabará
y otro amor vendrá…
y en seguida sanarán las viejas heridas…
como si así de simple se aliviara esta burda despedida.
Me voy mintiendo…si,
y es lo único cierto…