Encuentra un motivo siempre,
en la superchería o en el frío de la lluvia,
que las penas de amor se olvidan
cuando vez al arcaico en estado de intoxicación
que quiere regenerarse
con un escupitajo de desesperación.
Encuentra razones en todo momento,
en el fracaso del fanfarrón que se ha trasnochado,
que las heridas del alma se regeneran
cuando vez al ave que recién sale del nido
en su tentativa por volar.
Encuentra motivos, bello ser,
en la vulgaridad del plectro
en las manos de un niño,
en los finales aceptados y renegados
del viejo con pocos días de vida
o de la vieja que sin cesar ora.
Motivos para procrear, salvar, inventar
o simplemente para besar,
en la subsistencia que arrebata y que perdona,
en la música, la poesía y la filosofía,
encuentra motivos apaciguando
a las deidades de tu alma,
motivos para escribir que la vida es fruición.