Corriendo en raudales, lágrimas tristes, buscando las orillas del consuelo,
dicha del olvido, innoble consuelo, de la más árida y doliente existencia,
manan ríos de suspiros y tristeza contenida en mis lágrimas de amargura,
férvido llanto, consuela la aflicción del alma, en su horrenda desventura,
triste consuelo de la flor marchita, revive, a la brisa matinal, su desosiego;
perdida la esperanza, encadenada en el abismo profundo de su aventura,
lágrimas regadas en el lóbrego dolor nocturno y tembloroso de su llanto,
añoran las flores secas, su aroma, y su color, al viento, clamando al cielo,
consuelo de la soledad del espíritu, cual pájaro herido buscando el nido,
luz de mis noches oscuras, mitiga, el recuerdo, de mi insomnio, la indolencia