Nada es tan innato a los hombres de la tierra
Que la merecida y justa igualadora, la pobreza,
El adinerado adolece del corazón honesto
Y el amor de pobre del cobre y la plata;
Los vencedores son exiguos de la misericordia,
Los vencidos padecen la nostalgia del ya no ser nada;
El amante añora más amores nuevos o viejas esperanzas,
El bohemio aferra la última ilusión al alma agotada;
Todos, sin excepción, siempre tendremos una riqueza
Y siempre mendigos en la pobreza de lo que falta.