Andrés Romo

Nuestro amor

En lo profundo de mí ser enarco tu encuentro,

un aflato a mí me lleva a fagocitar un sueño,

en la cruenta lontananza de la azulada greda,

sin diatribas ni reproches, sin inasibles noches.

 

Las inmarcesibles noches de límpidos deliquios,

céfiros que ambos degustamos dulces ambrosias,

adentro del empíreo, insigne y veste himeneo,

mueren los decursos y las cuitas por abalorios.

 

Sangran las alburas y expolian los demonios,

son esas dos almas enclavadas por mil venablos,

somos argonautas yertos, ya muertos e inermes,

se acabó la cornucopia de nuestro tierno amor.

 

La oriflama de nuestros escudos ya feneció,

el mal goza protervo con fruición  esta casida,

paripé de preces que falsean raros atritos,

un réquiem va y un perdón al amor salobre.

 

Andrés Romo