Odio mi voz desgarbada
En tonos bajos. Como las piedras
Que al caer por la colina
rozan con la tierra.
Me gana la vergüenza
De que la escuches,
Aún más con esta decadencia
Que la era digital conlleva
Mientras tanto disfruto
Del regalo perfecto
Que se ha vuelto tu voz.
Tan presente y real
Tan intangible en defecto.
Cada noche te escucho al domir
Sin que me sea más asequible.
En sus ondas sonoras
que rozan y escapan
de la piel de mis oídos
Termino creandote para mi.