Todo pundonor y entrega
con la pluma y con la espada
libraste tu gran cruzada,
Garcilaso de la Vega.
Hasta nuestros días llega
y se propaga tu hazaña
de la germana montaña
al cálido sur de Italia
y por tierras de la Galia,
¡ya no sólo por tu España!
¡Ya narran tus aventuras
poetas en romanceros!
¡Ya te llevan los guerreros
en todas sus armaduras!
Se visten tus escrituras
de égloga, copla y soneto
sin pompa ni vericueto
sobre el amor y la vida,
estrofas de tu partida
hacia el altar del respeto.
De monarcas favorito
abrazaste a las doncellas
bajo brillantes estrellas
con tus brazos de granito.
Sin duda tu mayor hito
fue destapar las bellezas
de tus dos naturalezas
con líricas amistades
gobernando en las ciudades
y asaltando fortalezas.
Y fue ante enemigos muros
en aquel terrible foso
donde tu afán valeroso
inspiró a los hombres duros.
Todos quedaron seguros
con tu cuerpo en el ocaso
y en su andar a cada paso
de alimentar en su tinta
de una brava musa encinta
tu alma noble, Garcilaso.