ANTIGONI

LOS BARONES DEL TIEMPO

Un mundo lleno de niños, 

un niño lleno de anhelos,

mil anhelos que se pierden

 antes de llegar  al cielo.

Los cielos se han escondido

tras de una puerta y adentro,

cada vez que muere un niño

 nace  un angelito nuevo.

 

Pero el angelito sabe

que lleva dentro del pecho,

un corazón como todos,

que palpita y siente miedo,

de aquella ciudad tan grande,

con sentimientos de acero

que no se inclina a mirarle,

porque su espíritu es ciego.

 

Y camina el pobre niño

convidando a su reflejo,

a jugar en la avenida

a falta de un compañero,

porque los niños del mundo

que en buena cuna nacieron,

no quieren tomar su mano,

ni ofrecerle un caramelo.

 

En el atrio de la iglesia

donde se refugia el clero,

se presenta los domingos

 fungiendo de pregonero.

La comunidad lo mira

arrugando el entrecejo,

al ver su cara tan sucia

signada por el desvelo.

 

Pobre niño, pobre niño,

quién te ha manchado el anhelo,

¿Te lo mancharon tus padres

que no arroparon tu sueño?

¿O acaso la indiferencia

de los barones del tiempo?

¡Pero estás! no eres el trazo

de algún pincel maromero.

 

Cuando la noche es oscura

y la barrera del tiempo

te pone un muro de nubes,

pintadas de blanco hielo,

se cierran tus albas manos

 que acarician el invierno,

y tus pies fríos tropiezan

por la selva de cemento.

 

¿Acaso nunca fue niño

el señor, que dio su cuerpo

Para salvar a los hombres

del pecado del primero?

¿Por qué entonces da su sangre

 por el menos indefenso

Y deja sufrir al niño

diciéndose justiciero?

 

¡Malditos sean los hombres!

Trágico error del eterno

que los modeló del barro,

pero no se con que fuego

cocinó la porcelana…

 Tal vez con fuego directo,

que incineró su ternura

y forjó su alma de hierro.

 

ANTIGONI