Somos nuestro propio infierno
Caemos en las tentaciones
Y dejamos libres a las especies que luego nos devorarán
Somos proclives al colapso
Un día nos creemos poseedores de todas las fuentes
Y en un parpadeo los castillos se vuelven de arena
Y en un instante el cristal se hace añicos
Vamos a intentar cribar nuestros pensamientos
Apartaremos los que tienen que ver contigo y con la carne
Admitiremos aquellos que te prohibieron
Y que ahora son la causa de una despedida
Han desaparecido los dioses
Ya no hay nadie a quién implorar
Es la memoria un rocío
Dejaremos de apoyarnos en tu puerta
El tiempo sencillamente se fue
Dejando un rastro amargo y oscuro
El tiempo se fue a esperarnos en otros lugares
Nunca miraré tus ojos en los míos
Nunca guiaré una parte de tu presencia
Ni peinaré tus cabellos o los míos
Herido llegaré a un refugio
Donde los niños me juzguen
Herido llegaré a un orilla bajo un sol ennegrecido
Para escribir nuestros nombres en su arena