Antaño parque de pueblo vainillero,
testigo fue cuando nos conocimos.
No sé si tú, o yo... te ví primero,
pero si sé, que... cuando los dos nos vimos,
al mirarnos nos dijimos, ya... te quiero.
Llegaste así... cómo una golondrina,
y enamoraste mi alma inocente.
Te grabaste en mi profundamente,
cómo algo bello que nunca olvidaria,
pues formaste parte de mi vida adolescente.
Te doy las gracias por lo que me quisiste
(y a ese parque que a mí te presentó)
pues como o cuánto tu nunca lo dijiste,
y mi boca tampoco... nunca lo preguntó.
No recuerdo si hubo una última cita,
si platicamos, o una promesa hicimos,
o sin palabras... los dos nos alejamos,
y así, sin despedirnos... sólo nos fuimos.
Jaime M Chao Rueda