Contemplando la bóveda del cielo
y escuchando la música de un piano;
yo revivo en el alma aquel verano
cuando llenos de amor alzamos vuelo.
Nos cubrimos de luz con regio velo
que surgía de un rayo muy lejano;
y repletos de ensueño sobrehumano
compartimos con sed el gran anhelo.
Fueron días de bellas ilusiones
todas llenas de místicas promesas;
navegando en los mares de pasiones
Con caricias supremas y traviesas;
que envolvían a nuestros corazones
con la magia de tímidas pavesas.
Autor: Aníbal Rodríguez.