Y aquellos sueños morían
de una forma lenta, lenta.
Los sueños iban volando,
volando en aquellas sierras
que se estaban marchitando
aunque yo no lo quisiera.
¿Cómo puedo yo evitarlo?
La pregunta era serena
pero nadie contestaba
y aún sigo en esta espera
porque el fuego la consume
y aquel humo cual tiniebla
va nublando la mirada
va arropando la arboleda
y en los árboles más tiernos
va creando más ceguera.
¿Cómo paro yo este incendio,
cómo paro la humareda,
si ese bosque está dormido
se durmieron ya sus fieras?
Todo pasa, todo cambia.
Nubes blancas, nubes negras,
vuelan siempre por el cielo
diagramando las quimeras
porque los rayos solares
que se cuelan en la estepa
figurando van la sombra
que de angustia ella se queja.
Y los tiempos van marcando
retroceso en la vereda
caminando inversamente
cual cangrejo o cual cangreja.
Y las viejas utopías
se quedaron entre rejas
atrapadas en el tiempo
del que siempre tergiversa
con acciones los principios
que hasta el alma se me crespa
porque priman intereses
de una forma tan perversa
y el que no quiera mirar
seguirá con su ceguera.