Cuéntale a los álamos que tienes un nuevo camino
colmado de aventuras tu travesía
Acaricio una vez más estas manos de niña mientras te suplico
Ya no quiero más abrazos
Ya no quiero ser el olvidado abrigo
Susúrrales que me dejas aquí escondido
que todavía los cuidas a través de un amigo aflorado
Diles que te vas marchando contenta
por el sendero amarillo
que les dejas una bufanda para el frío viento
que ya no tendrán tus brazos de cálida doncella,
para apacigüarles en primavera todo lo triste que es el olvido;
que llevas en la espalda alas de sus cabellos blancos,
que llevas en el pecho un broche de su paciencia
Ve y cuéntale a los álamos que ya te vas
y que mientras saludo a tu sola silueta
el corazón mío se entierra en este lar
Tan pequeño,
tan marchito.