Privilegio que tenemos.
Yo, sentada en el sillón,
escribo versos,
reflejo en un papel
el lado sublime de la vida.
Tú, sentado en el sofá,
escribes sobre la asfixia,
ni siquiera te das cuenta
de que te observo.
Privilegio que tenemos.
Caminamos a la sombra
de las letras, del sinsabor,
de las tormentas propias y ajenas.
Podríamos escribir
el resto de nuestras vidas.
Tú sentado en el sofá,
yo en el sillón.
Siempre un privilegio.