La palabra fluye
como riachuelo de cantarinas aguas,
algunas veces las arpías de ruidoso canto,
enlodan su pureza,
pero sus falacias se pierdan
en las cascadas del olvido.
La palabra asertiva labrada de arreboles,
levita sobre las fronteras de la ignorancia,
de la opresión y de la discriminación.
Libera mordazas, pintando esperanzas
en un horizonte de fantásticos fulgores.
La palabra va formando constelaciones,
una verdadera urdimbre de bonanza,
donde aparecen corolas de ternura
floreciendo en los corazones
de las almas bondadosas
que le han dado luz a la humanidad.
La palabra derriba la mezquindad,
destruye los falsos senderos
convertidos en laberintos de maldad,
para mostrar las verdes praderas
donde reposa la verdad.
Pan para el pobre, libertad para el oprimido
la palabra debe estar comprometida
nunca debe esconderse en los pórticos
nebulosos del temor.
La palabra que sale de la pluma del poeta
debe pintar un arco iris para todos,
de fúlgidos colores,
manteniendo la blancura de la paz
y dejando siempre, estelas de amor.