Raiza N. Jiménez E.

En Entredicho.-

Si tu Dios me diera la eternidad de tu presencia,

no sé qué haría para que perdurara la vida mía.

Es muy triste tener que confrontar tu ausencia

y vivir sin tenerte, que era lo que lo más temía.

*-*

Desde el calvario que me he impuesto voy orando.

Pido al Señor de mis plegarias, me dé a mí fortaleza.

Sufro tanto amándote que, sin duda, voy pecando.

Y para pensar claro, no tengo muy bien esta cabeza.

*-*

Sí la vida me ha dotado de una preclara inteligencia,

me pregunto, noche y día, qué hago  para olvidarte.

Hasta hoy he labrado contigo el amor y la indulgencia.

Que no se atrevan a decir que yo a ti no supe amarte.

*-*

Todo en esta vida tiene un comienzo y un claro final.

El Creador, lo ha dispuesto y conviven vida y muerte.

¡Ah! el acto de amar o de odiar, puede ser también fatal.

Nadie ose decir que, amarse, es sólo asunto de suerte.