Me robaste lentamente,
poco a poco el corazón,
te me tornaste obsesión
pues te amé profundamente;
pero un día, de repente,
tú rompiste la ilusión,
me cambiaste, decepción
sin razón e impunemente;
te miré al lado de otro,
corrías, ilusionada,
como un inocente potro,
por espejismo, engañada:
tú corazón quedó roto
y yo me quedé sin nada...